jueves, 24 de julio de 2008

EL COLECCIONISTA, por Mitzuca Chinycó

Compilado V

Citas sobre la risa, las travesuras y el arte de simular:

· A descansar de racionales van los hombres a los convites. Por la alegría y la delectación se dilata el corazón con cuyo movimiento extiende el rostro y la parte contigua a la boca que llamamos laringe, de donde viene la risa. Además, internamente, ésta se origina en el diafragma, donde se halla el asiento principal de la hilaridad, como se observa en el cosquilleo de los sobacos, donde va a parar. Según dice el Rey Sabio: Un corazón alegre sirve de medicina, un espíritu triste desea los huesos.” (Tratado del Alma, por Luis Vives, humanista español del siglo XVI)

· Tal vez yo sepa bien porqué es el hombre el único que ríe: él sólo sufre tan profundamente que ha tenido que inventar la risa. (Nietzsche)

· Siempre es gracioso cuando le ocurre a otro. (Drew Carey, “Who´s line is it any way”)

· Para la conciencia pasiva del instinto no existe la palabra fechoría; pues el instinto no se queja nunca de haber sido satisfecho. (Filloy, La Potra)

· Vestidos de harapos, sucios, agresivos, mal hablados, fumadores de puchos, eran los dueños de la ciudad, a la que conocían totalmente, a la que amaban totalmente... eran sus poetas. (Jorge Amado, Capitanes de la Arena)

· El deleite de las pequeñas malicias nos ahorra más de una gran maldad. (Nietzsche, Asi habló Zarathustra)

· Quien logre hacerte enojar te ha vencido. (anónimo)

· Simule usted un robo en unos almacenes y haga que le descubran (sino ¿dónde estaría el juego?). ¿Cómo persuadir al servicio de vigilancia de que se trataba de un hurto simulado?, no existe diferencia "objetiva" alguna. Se trata de los mismos gestos y de los mismos signos que en un robo real y, además, los signos no se inclinan ni de un lado ni de otro. Para el orden establecido son, sin duda, signos pertenecientes a la esfera de lo real.
Organice usted un falso hold-up. Asegúrese de que sus armas sean totalmente inofensivas y utilice un rehén cómplice a fin de que ninguna vida sea puesta en peligro (pues de lo contrario acabara en la cárcel). Exija un rescate y procure que la operación alcance la mayor resonancia. En suma, intente que el asunto resulte "verdadero" para poder poner a prueba la reacción del sistema ante un simulacro perfecto. No va usted a lograrlo: su red de signos artificiales se liara inextricablemente con elementos reales (un policía disparara de verdad; un cliente del banco se desvanecerá y morirá de un ataque cardiaco; puede que incluso le paguen le rescate). Total, que sin haberlo querido se encontrará usted inmerso en lo real, una de cuyas funciones es precisamente la de devorar toda tentativa de simulación, la de reducir todas las cosas a la realidad. Este es precisamente el orden establecido, y lo era ya mucho antes de la puesta en juego de las instituciones y la justicia.
La parodia (la simulación), al hacer equivalentes sumisión y trasgresión, comete el peor de los crímenes, pues anula la diferencia en que la ley se basa. El orden establecido nada puede en contra de esto, está desarmado ya que la ley es un simulacro de segundo orden mientras que la simulación pertenece al tercer orden, más allá de lo verdadero y de lo falso, mas allá de las equivalencias, más allá de la distinciones racionales sobre las que se basa el funcionamiento de todo orden social y de todo poder. (Jean Baudrillard, Cultura y Simulacro)

¡Y les dejo también dos perlitas sobre nosotros, los burgueses idealistas!

· Más juguetes somos los burgueses que vivimos de espaldas al los relojes de sol, midiendo las horas en molinillos de Suiza; que cambiamos el paso de la luna por calendarios de papel y que creemos poseer el mundo porque lo hemos dibujado en una carta mural. El mundo se nos ha ido de entre las manos. (Arciniegas, A.T.F.)

· Mirad: yo divido a los hombres en tres categorías; los que tienen mucho dinero, los que no tienen ninguno y los que tienen un poco. Los primeros quieren conservar lo que tienen; su interés está en conservar el orden. Los segundos quieren tomar lo que no tienen; su interés está en destruir el orden actual y establecer otro que les sea favorable. Unos y otros son realistas, gentes con las que uno puede entenderse. Los terceros quieren derrocar el orden social para tomar lo que no tienen, pero conservándolo a la vez para que no les quiten lo que tienen; entonces, conservan en el hecho lo que destruyen en la idea, o bien destruyen realmente lo que fingen conservar. Éstos son los idealistas. (Sastre, El banquero, El diablo y Dios)

Adiós Don Pepito y también Don José, Mitzuca.

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