sábado, 4 de julio de 2009

El Coleccionista XVI - SALUD MENTAL, por Los tres bufones

Para todos aquellos que creían que nos habíamos olvidado, y para todos aquellos que creemos se olvidaron también, el coleccionista de citas se encuentra otra vez entre nosotros.

¡Así es, mis queridos amigotes ciberfrenéticos! Las boludeces que se dijeron por ahí y nos han resultado propias, volverán a ser vomitadas en forma de compilados para vuestro excéntrico deleite.

Hoy les ofrecemos como entradita picante un humilde homenaje al mundo de la salud mental, y en especial a uno de sus máximos exponentes: el fabuloso Sigmund, efectivamente. De más está decir que los tres nos sentimos íntimamente ligados a este mundo.

Sin más parloteo, vamos para allá.

  • Que hay de malo en masturbarme; simplemente tengo sexo con alguien que amo. (Woody Allen, Anie Hall)

  • Existen dos maneras de ser feliz en esta vida, una es hacerse el idiota y la otra es serlo. (Freud, nos gustaría saber en dónde…)

· Así, en la relación entre el hombre y la mujer, el deseo es humano si uno desea no el cuerpo sino el deseo del otro... se desea un cuerpo que desea, no se desea un cuerpo de cualquier manera. (Hegel, cita de O. Umérez)

· El egoísmo no encuentra un límite más que en el amor a otros, el amor a objetos... La libido se apoya en la satisfacción de las grandes necesidades individuales y elige como primeros objetos aquellas personas que en ella interviene. En el desarrollo de la Humanidad, como en el del individuo, es el amor lo que ha revelado ser principal factor de civilización, y aún quizá el único, determinando el paso del egoísmo al altruismo. (Freud, Psicología de las masas y análisis del yo)

· El deseo es incompatible con la conservación, es incompatible con el bienestar del sujeto, y el deseo no conduce a la felicidad; nos conducirá a la realización del deseo pero no a la felicidad. (Osvaldo Umérez, “deseo-Demanda, Pulsión y Síntoma”)

· Lo que en el sentido más estricto se llama felicidad surge de la satisfacción, casi siempre instantánea, de necesidades acumuladas que han alcanzado elevada tensión, y de acuerdo con esta índole sólo puede darse como fenómeno episódico. Toda persistencia de una situación anhelada por el principio de placer sólo proporciona una sensación de tibio bienestar, pues nuestra disposición no nos permite gozar intensamente sino el contraste, pero sólo en muy escasa medida lo estable. Así, nuestras facultades de felicidad están ya limitadas en principio por nuestra propia constitución. (Freud, El malestar en la cultura)

· Las aventuras verdaderamente grandes son aquellas que mejoran el alma de quien las vive. En ese único sentido es indispensable buscar a la Primer Novia. El hombre sabio deberá cuidar –eso sí- el detenerse a tiempo, antes de encontrarla. (A. Dolina, Crónicas del Ángel Gris)

  • Prefiero evitar concesiones a la cobardía. Nunca se sabe a dónde se irá a parar por ese camino; primero uno cede en las palabras y después, poco a poco, en la cosa misma...por último, el que puede esperar, no necesita hacer concesiones. (Freud, sobre el término pulsión sexual en “Sugestión y Libido”)

· Cuando la realidad inhóspita, peligrosa, dolorosa e insostenible, o cuando el placer y el deseo no encuentran su plena satisfacción en el mundo material, el yo se refugia dentro de la realidad interna, buscando amparo o satisfacción sustitutiva en sueños, acciones mágicas, mitos, formaciones religiosas, realizaciones creativas y artísticas o aun en la alucinación y el delirio, es decir, en los reinos de la ilusión y la fantasía... Freud nos recuerda que las fantasías son el alimento de los sueños nocturnos y diurnos, de los mitos, de los síntomas, y que constituyen, por supuesto, los elementos esenciales sobre los cuales el arte descansa... Las fantasías y la realidad psíquica forman también la mentalidad profunda de los pueblos. (Roberto Doria Medina Eguía, escritor y psicoterapeuta)

· La muerte es la compañera del Amor. Juntas gobiernan el mundo... biológicamente cada ser viviente, no importa cuán intensamente bulla su vida en él, anhela el Nirvana, anhela el cese de la “fiebre de la vida”, anhela retornar al seno de Abraham. El deseo puede ser disfrazado por circunloquios variados. Sin embargo, el último objetivo de la vida es su propia extinción. (Freud, entrevista por George Viereck)

Esperamos lo hayan disfrutado, Vincent, Niko y Mitzuca.

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