miércoles, 17 de septiembre de 2008

EL COLECCIONISTA, por Vincent Von Streitsen

Compilado XI

¡L´amour, señoras y señores! La luz en la oscuridad. El filo de la navaja. La blanda pulpa de nuestras vidas. Diez citas no me han sido suficientes. Por favor, sepan disfrutar:

  • Siempre hay algo de demencia en el amor. Pero siempre hay también algo de razón en la demencia.
    (Nietzsche, Así habló...)
  • La ciencia de los enamorados consiste en dialogar, dialogar sin que nadie los entienda.
    (Juan Filloy, La Potra)
  • Anhelaba besarla. Le estrechó cálidamente la mano, dio medio vuelta, anduvo calle abajo y regresó a su casa, llena la cabeza de alados pensamientos, recorriendo con la imaginación esa misma senda vertiginosa que han seguido vulgarmente millones, creyéndose, no obstante, únicos, predeterminados, eternamente dichosos.
    (La Ciudadela, A. J. Cronin)
  • El domingo la vi en misa,
    El lunes la enamoré,
    El martes ya le propuse,
    El miércoles me casé;
    El jueves me dejó solo,
    El viernes la suspiré;
    El sábado el desengaño...
    El domingo a buscar otra,
    Porque solo no me apaño.
    (El pipa, La Vorágine, de José Eustabio Ribera)
  • Disponer de amor y no tener a quién dárselo, es peor aún que saber que se te ha secado el corazón.
    (A. V. Figueroa, Olvidar...)
  • Es característica del amor sustentarse en el deseo de alcanzar algo que se codicia más, cuanto más difícil sea de alcanzar. De ahí nace la fuerza y el poderío de la coqueta… para quien amar es sólo dejar que el varón elegido moje sus labios en la fuente del amor sin llegar a beber de ella, condenándole permanentemente a una sed inextinguible…
    Tanto en la literatura como en la vida, la mujer coqueta lo es por uno de varios motivos: narcisismo, frigidez, autocompensación de complejos de inferioridad, timidez sexual, o silenciosa búsqueda del inalcanzable ideal amoroso. Como el gato jugando con el ovillo, la coqueta rehusa lo que se le ofrece y persigue lo que se le escapa. Mas la mujer coqueta no es la mujer sensual. La mujer sensual resiste, pero se entrega; la coqueta cede, pero no se entrega.
    (Dr. Félix Martí Ibáñez, “Mona Lisa no sonríe”, revista MD – abril de 1968)
  • La primera vez que te engañe será culpa mía. La segunda vez que te engañe será culpa tuya.
    (Poverbio árabe)
  • El amor depara dos máximas adversidades de opuesto signo: amar a quien no nos ama y ser amados por quien no podemos amar.
    (Alejandro Dolina, Historias de Amor – Crónicas del Ángel Gris)
  • Y aquello contigo
    Ya no quiero vivir
    Vivir contigo no quiero

    Con la que quiero vivir
    Vivir con ella no puedo
    Porque de ti me acuerdo
    (Versionado de un tema de Camarón de la Isla)
  • La moral secreta, inconfesa y hasta inconsciente, pero innata, de las mujeres, consiste en esto: “Tenemos fundado derecho a engañar a quienes se imaginan que, proveyendo económicamente a nuestra subsistencia, pueden confiscar en sentido suyo los derechos de la especie. A nosotras es a quienes se nos ha confiado; en nosotras descansa la constitución y la salud de la especie, la creación de la generación futura; a nosotras nos incumbe trabajar para ello con toda conciencia.”
    Pero las mujeres no se interesan de ningún modo in abstracto por ese principio superior; solamente lo comprenden in concreto, y cuando se presenta ocasión no tienen más manera de expresarlo que su manera de obrar. En este punto su conciencia las deja mucho más tranquilas de lo que se pudiera creer, porque en el fondo más oscuro de su corazón sienten vagamente que al hacer traición a sus deberes para con el individuo (el cornudo, en este caso), los llenan tanto mejor para con la especie, que tiene derechos infinitamente superiores.
    (Schopenhauer, “El amor, las mujeres y la muerte”)
  • Mantén tus ojos muy abiertos antes del matrimonio, y entreciérralos después.
    (Proverbio anónimo)
  • Nada más casarnos hicimos un pacto. En cuanto a nuestra vida en común decidimos que yo tomaría las grandes decisiones y mi esposa se ocuparía de todas las pequeñas decisiones. Durante cuarenta años nos hemos ceñido a este acuerdo. Creo que es el secreto del éxito de nuestro matrimonio. Sin embargo, lo extraño es que en cincuenta años aún no haya habido ninguna gran decisión que tomar.
    (Albert Einstein)
  • Amaste tanto a alguien como para llorar… no hace falta amarlo para llorar, ¿verdad? 69: ¿Qué pensás de este número? ¡Ay, que pregunta más laaaaca!
    (Guilli Gadda, hermanita leal y femme fatal debora hombres)

Amorosamente, Vincent

No hay comentarios: